Manuel Avila

La gente quiere seguir haciendo trampas en los procesos electorales del país y creo que después de la demanda Smarmatic por el incremento de votos de manera desproporcionada en las elecciones legislativas, ya el país no aguanta una operación fraudulenta electoral.
Lo cierto del caso es que cuando se asoman las presidenciales del 2024 ya empieza el alboroto en la partidocracia tradicional y en los nuevos protagonistas de la escena política nacional. Con 17 candidatos que sueñan con ser presidentes de un país devorado por la vorágine chavista, ni hay muchas posibilidades de unidad nacional porque la transparencia de los procesos está cuestionada en una nación donde la trampa forma parte de la contaminación política nacional.
Esa es nuestra realidad que Capriles, Rosales, Guaidó, López, Borges, Claudio Fermín, Duque Sayegh, Henry Ramos, Prosperi, Bernabé, Pérez Vivas, Eduardo Fernández, María Corina, Julio Borges, Henry Falcón, Roberto Henríquez y tantos otros forman parte de la locura electoral venezolana. Pero el problema se presenta por los niveles de popularidad de la mayoría de los candidatos que al igual que sus partidos no llegan al 5%. No hay un líder capaz de mover las masas para tener la fuerza emocional suficiente que le permita aglutinar la unidad nacional.
Por eso el nombramiento de Omar Barboza como jefe de la Unidad Nacional de cara a las primarias presidenciales ha sido repudiado por ese 74% de venezolanos que no cree ni en partidos, ni en líderes contaminados de politiquería. En medio de esa problemática que agobia a una nación atormentada por su futuro y que no ve como en otras naciones la aparición de un candidato emergente con credenciales y con prestigio suficiente para cautivar a un pueblo venezolano que sueña con la aparición de una figura legendaria capaz de aglutinar la voluntad popular. Por ahora en la carnicería que hay en la oposición venezolana no han sabido leer lo que ocurre en el país y han sido presa fácil de la molienda revolucionaria que ha generado un mar de confusión hasta llegar al caos político.
En esa locura política nacional caben posibilidades de todo tipo que muestran a los líderes adecos despedazándose, a los copeyanos atomizados a la mínima expresión, a VP y PJ con partido judicializados y con sus candidatos molidos por el tiempo y a una Fuerza Vecinal contrariada y en los brazos del proceso. De UNT se puede decir que reposa en el espejismo Rosales, de una María Corina atrapada en una carnicería en su contra por el radicalismo brutal que la bloquea en ese proceso de selección de candidatos y un caos descomunal que descompone organizaciones y pone en tela de juicio el sueño nacional.
En medio de esa lucha fratricida de encontronazos en una carnicería de jabalíes heridos se exhiben los estandartes de los partidos judicializados, los institucionales sin tarjetas y los independientes que no consiguen el modelo Lorenzo Mendoza como soporte de una propuesta que se quedó en simple imagen cósmica.
Con ese panorama a su favor el PSUV disfruta de las batallas campales entre opositores y con un 11% a su favor camina seguro en busca de consolidar de nuevo otra victoria. Con muy poco marchamos hacia un proceso de reacomodo chavista que se tira al coleto a quien desobedezca la línea central del proyecto que es con Nicolas Maduro como Presidente y como candidato presidencial y cargando en sus espaldas la debacle nacional y una crisis mortal que exhibe un país en bancarrota.
Con los partidos atomizados en el 5% no queda otra opción que buscar un candidato nacional de elevadas calificaciones para poder asumir el reto de dar una campanada nacional y conquistar ese 74% que flota en el aire y es la dimensión exacta de la popularidad que quisieran tener los candidatos presidenciales y que es el porcentaje mayor para llevarse la diadema presidencial.
Ahí es donde deben trabajar los candidatos presidenciales que están obligados a convertirse en los líderes del país para poder garantizar a un pueblo que perdió credibilidad alguna luz en el túnel que le permita soñar con un futuro mejor.
Las primarias ya comenzaron a ser moldeadas por grupos que buscan controlar los procedimientos electorales para arrojar resultados y manejar el control del acto comicial que genere una hecatombe en un proyecto que desde sus inicios ya nació con plomo en las alas.
Eso es lo que viene en momentos cuando ya AD judicializada impuso su fuerza para sacar del juego a los que no tienen tarjeta y abrir el compás para jugar al ventajismo en una contienda que deje malparados a los candidatos opositores y sin ningún chance de llevarse la corona del rey.
Todavía están frescas las victorias de Barinas y Nueva Esparta y aun así los políticos venezolanos no terminan de entender la voluntad de un pueblo que hace rato reclama cambios para salvar a un país entero. Esas son las cosas que alejan a la gente de los partidos y por eso la mayoría están anotados en el partido independiente que no cree ni en unos, ni en otros. Así son las cosas en estos pueblos de Dios.l

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