Ana Luisa Gandica Silva

                 Región histórica de las islas de las perlas

                          Mapa de la Provincia de Venezuela (1635).

                          Parte austral de la Provincia de Andalucia -Cuparte Austraili Novae Andalusiae

                          Obra: José de Oviedo y Baños.

                          Ubicación: Instituto Geografico de Venezuela Simón Bolívar. Caracas, Venezuela.

CAPÍTULO I

CUBAGUA. Soportes Historiográficos

El marco historiográfico de la Región Insular de La Costa de Perlas conformada por Cubagua, Coche y Margarita, actualmente integrantes el estado Nueva Esparta de la República Bolivariana de Venezuela son el escenario de las memorias de la temática escogida. Conjunto de tres islas, dos pequeñas, bajas y áridas, la primera Cubagua, distinguida en el dialecto Cumanagoto y Guaiquerí como Cuágua -Sitio de Cancrejos-, deribado de «Cúa»-cangrejo- y «Guá» o «Wa» -sitio-; la segunda Coche en término indígena Coshe que traducida al español es sinonimo de venado o conejo, abundante en la isla antes de la llegada de los conquistadores; y la tercera de superior superficie dividida de las otras dos por un canal de mayor extensión marina, conocida por su autóctonos guaqueríes como Paraguachoa cuya filiación lingüística se traduce como: “Pueblo de Mar o Gente de Mar” “derivado del significado paragua -mar- y choa: -gente o pueblo-. Distinción, que para algunos historiadores en lengua indigena significa “abundancia de peces” lo cual es desvirtuado por carece de base histórica y lingüística. La isla de Margarita cuando en 1498 fue avistadada por Colón el 15 de agosto, la bautizó como La Asunción, por corresponderse esa data a la conmemoración de la Asunción de la Virgen María al cielo. Al año siguiente, en 1499, Pedro Alonso Niño y Cristóbal Guerra la rebautizaron con el nombre de La Margarita debido a la abundancia de perlas encontradas en la región.

                    Recorrido de la tercera expedición de Cristóbal Colón -1498-1500-.
                  Autor: Keith Pickering.           

En la tercera expedición del Almirante de la Mar Océana, Cristobal Colón, navegando rutas transoceánicas con la idea de estar explorando una parte desconocida de la India, anotó en su bitácora, que antes de torcer la proa de las embarcaciones a su mando hacia el norte de ese océano, después de varios días, ingresó en una serie de estrechos que separan el golfo de Paria del actual mar Caribe, los cuales identificó con nombres mitológicos: “Boca de la Serpiente” o “Boca del Dragón, donde desembocaban las aguas dulces del rio Orinoco confundiendose con las saladas del Mar Caribe. Travesia hacia el oeste, que lo condujo el 6 de agosto de 1498 a una ensenada de fascinante belleza y exuberante vegetación, el Puerto de Macuro, ubicado al suroeste de la península de Paria, cuya zona llamó la “Tierra de Gracia,” haciendo alusión al Edén bíblico. Manifestando“Grandes indicios son éstos del Paraiso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de stos santos y sacros teologos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamas leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuece así dentro y ecina de la salada, y en en ello ayuda muchisimo las suave temperancia.” Primera jornada donde esos navegantes españoles fueron cordialmente recibidos por esos esos aborigenes, observando dichos exploradores con gran codicia su ornamentación de perlas, dejando constancia Colón: “Holgué mucho cuando las ví, y procuré mucho de saber donde las hallaban, y me dijeron que allí y de la parte Norte de aquella tierra.” Continuar esos navegando su travesia hacia el poniente, conforme con la informacion obtenida, descubrieron las islas de Cubagua, Coche y La Margarita el 15 de agosto de 1498.
Los autóctonos Guaquerí, ante el arribo a sus espacios de esos extranjeros debieron asombrarse por tan insólitos personajes de extraña apariencia, cuya tez blanca constataba con su piel cobriza; con una abundante pelambre inapropiado para ellos; arropados con una gran vestimenta ajena a su natural desnudez; hablando un parlamento desconocido; y, arribando en imponentes navíos opacando sus disminuidas piraguas. Por ello, necesariamente debieron sentir su preponderancia y con cautela los observaban a distancia, disimulando sus sentimientos de asombro, pero esos hábiles forasteros les aplicaron las mismas tácticas empleadas a sus pares de Macuro, logrando atraer su atención y contactarlos de manera presencial con señas y sonidos, permitiéndose intercambiarles sus ornamentos de perlas por trozos rotos de cerámicas de colores. Y los Guaquerí de manera ingenua les confirmaron haber arribado al sitio donde eran extraídas las codiciadas gemas. Infausta negociación e información, que más pronto que tarde, les interfirió de manera irreversible su modo de vida y su cosmovisión ancestral. El periodista neoespartano Miguel Hadgialy Divo (1958) en su monografía titulada Francisco Fajardo, Teniente General del Rey, lo refiere, así: “. . . cuando los atrevidos castellanos en raudas carabelas descubrieron el suelo americano el indio guaiquerí mostró las perlas que sacaba del fondo de los mares a fuerza de sus brazos, en ricos brazaletes y collares. El español, altivo y generoso, que trajo el Estandarte del comercio les mostró a los indígenas gozoso platos y jarros, miles aderezos, que aquéllos les cambiaban con presteza por barruecos y aljófares derrochando inocentes sus riquezas..
La isla de Cubagua fue descrita por el famoso cronista Juan de Castellanos (1962) en su obra Elegías de Varones Ilustres de Indias, así: “La isla de Cubagua nos enseña/ Este natural cambio claramente/La cual aunque es estéril y pequeña/ Sin recurso de río ni de fuente/ Sino cardones y espinas solamente; /Sus faltas enmendaron naturaleza/Con una prosperísima riqueza. Por la abundancia de las haciendas de perlas Colón la distinguió como la “Isla de las Perlas, confirmado por Francisco López de Gomorra en la Historia General de Las Indias y vida de Hernán Cortez, donde asentó: “A Cubagua llamó Colon isla de Perlas.” Y mención ratificada en la carta dirigida por el Comendador Mayor de Alcántara, Frey Nicolás de Ovando y Cáceres a la Corona Española donde en su último párrafo, dice: “Guárdeçe las personas a quienes prudençio mandar el hacer de la torre de la isla de las perlas”.

Aventura patrocinada por los reyes de España Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, quienes, después de rechazar el proyecto expedicionario de Cristóbal Colón hacia latitudes desconocidas, suscribieron el 14 de abril de 1492, las Capitulaciones de Santa Fe, que le permitió descubrir ese Nuevo Mundo, cuyos lechos marinos de la insularidad de Cubagua, La Margarita y Coche, les proporcionaron grandes beneficios por la explotación y comercialización de sus bancos de perlas. Por ese efecto, durante el año de 1500 comenzaron a arribar a la isla de Cubagua otros navegantes europeos, que atraídos por las riquezas de esas haciendas, se arrojaron a la aventura de cruzar océanos, mares y continentes en búsqueda de esas fortunas. Instalándose de manera precaria en improvisadas en chozas, edificadas con la ayuda de los hospitalarios Guaquerí, quienes acudían temporalmente a ese espacio, para extraer un molusco que los beneficiaba de manera integral, porque su pulpa los alimentaba y sus conchas y perlas llamaban thenocas o cocixas, las utilizaban para ornamentarse y comercializarlas con otras tribus. Particulares referidos por Fray Bartolomé de las Casas en su libro Historia de Las Indias (2010).

                      Imagen: Muestra simple de las perlas precolombinas de Cubagua.
                    Colección privada de Peter Balogh.
                     Ubicación: Desconocida

Existiendo desde el año 1500 en esa insularidad de Cubagua una caja de caudales, que posteriormente en 1503 contó con la presencia de funcionario de la Casa de Contratación. Refiriendo a ese efecto, por el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1851), en su libro Historia General y Natural de Indias, que en 1510 los colonos europeos se establecieron al sur de esa Isla en la playa Las Cabeceras de manera improvisada en “ranchería” al tipo utilizado por sus autóctonos. Y, entre 1511 y 1519 se construyó un “poblado” que entre los años de 1521 a 1525 fue elevado a “villa” con el nombre de Villa de Santiago de Cubagua, distinción poco utilizada en la época, porque en esos registro era mencionada mayoritariamente como Cubagua.
En ese ínterin en el mes de octubre de 1519 la Real Audiencia de La Española -Santo Domingo-, decidió cambiar el sistema del rescate de las perlas por una explotación directa bajo el infausto gobierno del despótico Alcalde Mayor de Cubagua, Antonio Flores, nombrado en 1520, lo cual originó un enfrentamiento con los guaqueries, que se negaban a entregarle el producto del derecho de extracción concedido por la Corona de España. En represalia Flores prohibió hacer negocios con ellos, castigando su oposición de manera cruel, lo cual aunado al descontento de ser catequizados por el clero católico, estalló en octubre de 1520 la rebelión conocida como “la matanza de Chichiribiche” dirigida por los guaqueríes de tierra firme al mando de Toronoima cacique de Maracapana secundado por Maracuey cacique de Chichiribiche y otros residentes de Cumaná, Cariaco, Tacaris, Neverí, Unarí y Cubagua. Insurrección extendida por todas las márgenes del rio Neverí hasta el golfo de Cariaco, conllevando al asesinato de españoles y de frailes dominicos y franciscanos y al incendio de los monasterios de Santa Fe y de Cubagua y la destrucción de las edificaciones de esas localidades.

Enterada la Real Audiencia de Santo Domingo -isla La Española- sobre esos acontecimientos por los pocos españoles, que lograron huir de ese motín, se designó al Capitán General Gonzalo de Ocampo quien con un gran poderío militar, sometió esa insurrección, apresando a una gran cantidad de esos rebeldes, que fueron enviados como esclavos a La Española -Santo Domingo- y Puerto Rico, ajusticiando a sus líderes. Pero recibiendo la orden real de tratar con especial consideración a los naturales Guaquerí, debido a: “… no proceder contra los indígenas de Cumaná, Cariaco y la isla de Margarita.” Mandato, que percibía la importancia de ellos para España, que requerían de su ayuda para reconstruir el núcleo urbano de Cubagua y darle continuidad a la producción perlífera. Por tales las razones, el Rey de Aragón Fernando I, ordenó construir una fortaleza en las riberas de la localidad de Cumaná, llamada Santa Cruz de la Vista y poblar nuevamente la zona. Gonzalo de Ocampo en ejercicio de su gran poder y totalmente controlada esa sublevación, decidió darle a Cumaná una nueva distinción: “Nueva Toledo.”

                            Imagen: Escudo de Armas de Carlos I de España. Esculpido en piedra. 

Ubicación: Museo Nueva Cádiz, La Asunción, estado Nueva Esparta.

Concluido el Fortín en 1523 el conglomerado español comenzó a regresar a la Villa de Santiago, que a instancia de su Procurador, el capitán Diego de La Peña fue elevada a “ciudad,” con el pomposo nombre, de “Nueva Cádiz de Cubagua” mediante la Real Cédula Real emitida por los reyes españoles, Juana I de Castilla y a su hijo Carlos I en fechada 13 de septiembre de 1528, cuyo “señorío” por ser la primera ciudad de Venezuela tenía la prerrogativa de usar su escudo, concediéndole además, su independencia política y comercial, quedando subordinara sólo a ese mandato, desvinculándola de la Real Audiencia de Santo Domingo, donde se indicaba: “…a causa del ser el dicho pueblo nuevamente hecho e poblado, hasta agora no se le a puesto el nombre que se le a de llamar, y me fue suplicado y pedido por merçed le mandase nombrar “e intitular la Nueva Ciudad de Cádiz, e yo, por hacer merçed e onrar el dicho pueblo, túvelo por bien; e por la presente le intitulo e nombro la Nueva Ciudad de Cádiz y mando que así se llame y nombre de aquí adelante.” Privilegio, que permitió la instauración de un nuevo Cabildo integrado por los “Señores Principales” y “Señores de Canoa.” Dictándose en consecuencia, las primeras Ordenanzas Municipales y Ambientales. Y, la construcción de los primeros inmuebles de la Ciudad, acorde con la reticulación de la “Regla de Cordel” impuestas por España a sus colonias de ultramar.

El historiador Daniel Arveras Alonso (2021) en su libro “De Mucho más Honor Merecedora” Doña Aldonza Manrique, la gobernadora de la isla de las perlas, indica que: “Nueva Cádiz llegó a contar en la década de 1530 de mil habitantes, unos trecientos españoles y una mayoría de indios y esclavos negros empleaos en las pesquerías de las perlas y como servidores domésticos.” Importante población española, correspondida con el apogeo del comercio de las perlas y la estabilidad jurídica, política y social, que disponían los distinguidos ”Señores de Canoa” y Señores Principales” para asentarse y hacer negocios. Por ello, una vez instalados cómodamente esos “privilegiado” en esa nueva urbe, el componente Guaquerí les era desechable como sus colaboradores, pero necesarios como esclavos por su experiencia en la extracción de perlas y en la cata de nuevas haciendas. El cronista colonial Juan de Castellanos (1962) en su referida obra Elegías de Varones Ilustres de India, sobre ese particular indica: “Sometido el indígena al capricho/de un Monarca cristiano y poderoso/abdicó sus creencias y sus ritos/por un culto fastuoso;/ante la Cruz se prosternó de hinojos/y el brillo del acero de la espada,/encandiló sus ojos./No contentos los bravos castellanos/con dominar en paz aquella tierra,/no tomaron al indio como hermano/sino que esclavo fuera/del capricho falaz de aquellos dueños/que con la fuerza del valor que impera/ahogó la libertad haciendo siervos…
Enterada la reina Isabel I de Castilla, por los clericós de la Región inmediatamente cuestionó el sometimiento esclavista del español colonizador en contra del autóctono aborigen, emitiendo al efecto la Cédula Real datada 20 de junio de 1500, donde le ordenó al Gobernador de Santo Domingo, Diego Colón Muniz, hijo de Cristóbal Colón, repatriarlos a sus lugares de origen, cuyos gastos debían sufragar. Mandato de reconocimiento a la dignidad de todos los hombres, que por incultos y primitivos que fuesen tenían el sagrado derecho de ser apreciados debidamente. Principios desconocidos en las legislaciones de esa época, lo cual fue apreciado por el historiador José María Zabala. (2014) en su obra Isabel Intima. Las Armas de la Mujer y Reina más Célebre de la Historia de España. Y posteriormente durante los años 1501 a 1503, terminó prohibiendo de manera categórica que esos naturales fueran utilizados como esclavos en las extracciones de perlas. Acontecer referido por el historiador Richard Konetzke (1993) en su Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica. (1493-1810) en cuyo aparte América latina. La época colonial, se indicó: “… nos ha sydo fecha relación que de la pesquería de las perlas averse fecho syn la buena Orden que convenía; se han seguido muertes de muchos indios y negros, mandamos que ningún yndio libre ea llevado a la dicha pesquería contra su voluntad so pena de muerte. (…) estimamos en mucho más, como es razón, la conservación de sus vidas que el interés que nos puede venir de las perlas.
La monarca Isabel I de Castilla, consecuente con su irrefutable ideal, amparar a los nativos de sus dominios de la codicia de sus súbditos, les ordenó respetarles sus estilos de vida y sus derechos en relación con sus costumbres, su religión, su instrucción, su contratación, su tributación y el régimen de propiedad. El escritor Richard Konetzke (1993) en la Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica. (1493-1810). Aparte América latina. La época colonial, reproduce ese pronunciamiento, como sigue:: “Hobimos mandado que los indios… fuesen libres y no sujectos a servidumbre; agora somos informados que, a causa de la mucha libertad que los dichos indios tienen, huyen y se apartan de la conversación y comunidad de los cristianos, por manera que aun queriéndoles pagar sus jornales no quieren y andan vagabundos.- En vista de lo cual, la reina Isabel autoriza a los gobernadores para que conpeíais y apremiéis a los dichos indios que traten y conversen con los cristianos… y trabajen en sus edificios, en coger y sacar oro y otros metales, y en facer granjerías y mantenimientos… y fagays pagar a cada uno el día que trabajare el jornal y mantenimientos que según la calidad de la tierra y de la persona y del oficio vos pareciere que debieren haber (…) que sean bien tratados los dichos indios, e los que dellos fueren cristianos mejor que los otros; e non consintades ni dedes lugar que ninguna persona les faga mal ni daño ni otro desaguisado alguno.

Dicha monarca en procura de garantizar la protección de sus súbditos aborígenes después de su muerte, incluyó en la cláusula XII del Codicilo de su Testamento, dictado el 12 de octubre de 1504 y refrendado con su firma autógrafa, días antes de ese deceso, indicando lo siguiente: “Por cuanto al tiempo que nos fueron conçedidas por la Santa Sede Apostólica las isla y tierras de mar Oçéano, descubiertas o por descubrir, nuestra principal intención fue procurar e induçir e traher los pueblo dellas e convertirlos a nuestra Santa Fe católica, e enviar a las dichas islas e tierra firme del mar Oçéano prelados e religiosos e clericós e otras personas doctas e temerosas de Dios, para instruir los vezinos e moradores dellas en la Fe católica e les enseñar e doctrinar buenas costumbres e poner en ello la diligencia debida , según como más largamente en las Letras de la dicha concessión se contiene, por ende suplico al Rey, mi Señor mui afectuosamente , e encargue e mando a la dicha Princesa mi hija e al dicho Príncipe u marido, que ansí lo hagan e cumplan , e que este sea su principal fin, e que en ello pongan mucha diligencia, e non consienta e den lugar que los indios, vezinos e moradores en las dichas Indias e tierra firme , ganadas e por ganar, reçivan agravio alguno en sus personas e bienes; más mando que sean bien y justamente tratados. E si algún agravia han recibido. Lo remedien e provean, por manera que no se exceda en cosa alguna de lo que por las letras Apostólicas de la dicha concessión nos es unyungido y mandado.” El Rey Fernando II de Aragón, siguiendo los lineamientos de su esposa fallecida el 26 de noviembre de 1504, promulgo las Leyes de Burgos el 27 de diciembre de 1512, considerado como instrumento precursores de los derechos humanos, lineamientos no acatado a cabalidad en sus dominios de ultramara, porque sus súbditos “principales” aplicaron el aforismo: “Obedézcase, pero no se cumpla” o “Acátese, pero no se cumpla.”

La Corona de España para detener el uso del aborigen en las extracciones de perlas de Cubagua, autorizó en 1526 el comercio de esclavos africanos para laborar en esos menesteres, generándose un productivo negocio de importación de esos seres humanos. Situación, que evitó a los “Señores de Canoa” tener conflictos con España y con la Iglesia Católica. Lucrativo mercado esclavista, que benefició de manera integral a todos sus integrantes, tanto a comerciantes como a compradores y a la Corona de España, por los tributos cobrados por esos ingresos a sus territorios. Girándose en la ciudad de Nueva Cádiz de Cubagua tres actividades principales: La explotación y comercio de la pesquería de perlas. El mercado interinsular de esclavos. Y el rescate mercantil de los indios comarcanos. Actividades, que fundamentaron el desarrollo de esa Ciudad en tres etapas: a) Rancherías. b) Construcción de la Ciudad. Y, c) Nuevo Ordenamiento Urbano.
Los misioneros católico apostados en Cubagua y Margarita, denunciaron la persistencia del maltrato del colonizador español en contra de los Guaquerí. En consecuencia, el 1° de noviembre de 1681 el Rey Carlos II de España, haciendo honor a sus antepasados, promulgó Las Leyes de Indias, donde consideraba a esa etnia como: «mis caros, nobles y leales guaiqueríes» por «lo bien que le han seruido con fidelidad y lealtad en todas las ocasiones que se han ofrecido.» Reseña presentada por el historiador Antonio Vázquez de Espinosa (1948) en su libro Compendio y descripción de las indias occidentales.

El distinguido historiador e investigador, Enrique Otte (1977) en su libro Las Perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua, refiere que el descubrimiento del grupo insular de Cubagua, La Margarita y Coche por Cristóbal Colón en su tercera expedición -1498- : “… La perla determinó los designios de Venezuela.” Porque: “En el centro de Venezuela “la tierra de las perlas”, estuvo Cubagua.” Por ese efecto, Nueva Cádiz de Cubagua fue un escenario importante para el Reino de Castilla, llegando a convertirse en un destacado centro económico, político y religioso de la costa nororiental sudamericana, cuya bonanza proveniente de los beneficios del mercado directo e indirecto de la explotación de sus haciendas de perlas, le proporcionó incalculables riquezas a ese Imperio, que le permitió a su Rey Carlos I de España y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico distinguido como como Carlos V, financiar los gastos de sus ejércitos en las batallas libradas en Europa y en estas latitudes del Nuevo Mundo extender sus conquistas hasta los territorios de la costa central y occidental sudamericana, con el beneficios adicional de explotarlos para obtener mayores riquezas. Adicionalmente, “las perlas” de esa Región Insular, quedaron inmortalizadas en las obras de famosos artistas, entre otros, como el flamenco Johann Theodorus de Bry, el germano Pedro Pablo Rubens y el italiano Tiziano Vecellio di Gregorio, quien en 1548 pinto a Isabel de Portugal, Reina Consorte de España como esposa de ese poderoso monarca y madre del sucesor de esa dinastía, coronado como Felipe II, quien en ese famoso cuadro aparece engalanaban con una sartas de perlas cubagüenses, obra de exhibición permanente en el Museo del Prado de Madrid, España.
Es de hacer notar que en la isla de Cubagua durante la época abordada, las mujeres aborígenes, españolas y esclavas desde distintos enfoques tuvieron una connotada presencia, referida por Enrique Otte (1977), en su obra Las Perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua, así: “… las mujeres en Cubagua como en el resto de América, fueron tan pobladores como los hombres. Ayudando a sus maridos en sus negocios, y aún, en casos excepcionales, actuaron como empresarios por su propia cuenta. (…) las mujeres: españolas, moriscas, negras e indias, fueron las compañeras de los hombres, por qué “sin ellas, la vida en el desierto de Cubagua habría sido insoportable.” Por ello, este relato sobre Nueva Cádiz de Cubagua continuará donde LAS MUJERES TIENEN UNA HISTORIA QUE CONTAR…

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