Manuel Avila
Los bares y bodegas de Los Robles cada uno tiene una historia particular porque sus protagonistas le dieron su matiz especial a cada uno de ellos. En el Bar 12 de Octubre los protagonistas fueron Félix Arocha y su hijo Armando Arocha que no le regalaron muchas sonrisas a los pilarenses y tampoco muchos fiaos porque tenían el concepto claro que fiando perdían.
Fueron más de 40 años sirviéndole a la comunidad de Los Robles con una bodeguita minúscula y un bar un poco más grande que le permitía vender cada día muchos productos simples y abrir los fines de semana y en las fiestas patronales del pueblo o las festividades de La Ermita para abrir sus puertas al bar que era la entrada mayor de esos espacios.
Félix y Armando tenían la misma conducta con los clientes y eran parecidos al estilo de su hermana Berta Arocha que tenía una bodega a unos 400 metros del Bar 12 de Octubre y en la esquina de la plaza una bodeguita y un molino con su compañero Manuel Pollito.
La bodeguita de Félix era un negocito ubicado en un pasillo largo que tenía un mostrador bajito diseñado como para niños porque era muy pequeño con unos vidrios en su frontal que siempre se hacían ver opacos que lucían sucios de por vida. Tenían unos armarios de madera maciza donde mostraban los pocos productos y una nevera de esas de puerta corrediza de marca Federal que era el principal atractivo de los que iban a beber cervezas al Bar 12 de Octubre.
Félix y Armando fueron copeyanos por años y estuvieron echando vivas a los verdes hasta que apareció Chávez para engatusar a los pobladores de Punta Brava donde parece que los comunistas tiraron su rezón.
La Bodega de Félix Arocha tiene su capítulo aparte del Bar 12 de Octubre, pero eran la misma manteca porque el bar tenía algo de vida los fines de semana y la bodega era la producción del día a día. Ese Bar 12 de octubre era la competencia del Bar San Judas Tadeo de Chila, pues la música raspa canillas o lo que para la época era una especie de Vallenato colombiano era lo que sonaba en su salón con la rockola y los conjuntos que tocaban en las Fiestas Patronales de octubre.
Eran fiestas encendidas de baile atrincado y donde las mejores exponentes de la música colombiana se fajaban como las buenas para aguantar la fortaleza de los demonios del baile que saltaban y brincaban al son de los raspa canillas de la época. Eso saraos cargados de alcohol y baile generalmente terminaban en batallas campales que dejaban su buena porción de sillas y mesas vueltas leñas porque aterrizaban en las costillas y las cabezas de los rivales.
Ese Bar 12 de Octubre vendía unas de las cervezas más frías que se vendían en Los Robles porque su freezer de puertas corredizas marca Federal mantenía las cervezas como abrigo de oso polar. Con razón a los que les gustaban las amanecidas aparecían en el Bar 12 de Octubre los sábados o los domingos por la mañana.
Más de una vez encontré a Chuito Ferer sentado en su silleta como un rey, a Pachico Rojas cantando la Barca de Oro a todo pulmón, a Luís José Avila (Licho Guaralito) echándose su trancazo y repitiendo hasta la saciedad ¨la misma manteca los tres cochinitos” o “a mamá hay quien se lo pida y a papá no hay quien se lo dé¨. O a Luís Amador refrescándose con sus polaricas bien frías.
En las Fiestas Patronales de Los Robles ese Bar de Félix como le decíamos siempre estuvo repleto de bailadores que hacían competencias de baile atrincados y vallenatos que en el cuerpo a cuerpo marcaban un ritual de la bailanta criolla.
La rockola, las mesas y las sillas eran el centro de un bar de la diversión donde las cervezas más frías del pueblo atraían a los clientes a un espacio de la recreación que mientras no estallaran las tánganas frecuentes era un ambiente especial para el disfrute de la población.
Hoy el Bar 12 de Octubre que fue un centro de la diversión es la Escuela Primaria “Nicanor Navarro” con dos niveles de estudio en el preescolar y la primaria como soportes de la formación de un pueblo. Ese espacio lo adquirió Darvelis Lárez cuando fue Alcaldesa y lo puso operativo para arrancar con una escuela municipal en Los Robles y que en el Gobierno de Morel David ha sido modernizada para elevar la calidad de la enseñanza pilarense.
La sustitución de bares por escuelas la inició Morel Rodríguez al construir el Conservatorio “Alberto Requena” donde estaba EL Bar el Ponsigué y posteriormente en la casa del Pedro Velásquez hizo el Pequeño Teatro de Los Robles y luego la Alcaldesa de Maneiro adquirió el terreno del Bar 12 de octubre para sembrar en ese espacio La Escuela “Nicanor Navarro”. Así se gesta el desarrollo de un pueblo donde se debe sustituir la gaceta por los libros, la gallera por la escuela y el envite y azar por la tecnología.
De eso deben ocuparse los que roncan como leones y solo se convierten en traficantes de miserias para dar pie a lo que decía Nicanor “Los Robles está perdido” porque no solo de saraos y verbenas se nutre una sociedad amordazada que clama por conocimiento y enseñanzas para alcanzar la cima del desarrollo.