Manuel Avila

Apareció la palabra clave “Unidad Nacional” y los partidos de la Plataforma Unitaria al fin entendieron que es el momento de remar unidos para coincidir en una sola figura para conseguir los votos que las encuestas le dan en un 80% a un solo candidato.
La falsa creencia de los partidos de tener control de la militancia forma parte de las ilusiones del pasado, pues es evidente que ya el 22 de octubre quedó probado con el triunfo de María Corina en las primarias que la gente sale a votar cuando la emoción rebasa las expectativas de los políticos. Es que quedó probado en estos tiempos de descomposición que solo los líderes son capaces de mover a la gente para un acto electoral.
Por eso cuando escucho a la dirigencia partidista señalando el control sobre el voto de la gente no me queda sino reírme porque esa mentira piadosa no llega a ninguna parte. Ahora cuando se aproximan los comicios presidenciales para el 28 de julio no es posible que ni siquiera el gobierno con sus mecanismos de control social podrá mantener a su gente bajo control porque ya el pueblo despertó después de 25 años en el poder y no creen los ciudadanos en las instrucciones que emanan de los organismos del poder.
Creer por ejemplo que los adecos de Bernabé le pueden hacer caso a un alacrán de tan grandes dimensiones y seguir creyendo que los de Henry Ramos también siguen ciegamente a ese líder fundamental del adequismo es solo una ilusión que los mantiene en una burbuja prisioneros del tiempo. Ya esa frase “Adeco es adeco hasta que se muere” es solo una fantasía lingüística y es similar al otro mensaje “Si en el cielo se vota también voto blanco” forma parte de lo real maravilloso de la política.
La gente solo escucha a sus líderes fundamentales en sus orientaciones y no siguen ciegamente las instrucciones partidistas en tiempos cuando mono no carga a su hijo. Todavía escucho a algunos líderes viejo y muy jóvenes hablando pajuatadas sobre la militancia partidista y la fidelidad de los ciudadanos a lo que dicen los líderes políticos en sus asambleas populares. Si hacemos memoria recodemos el liderazgo de CAP en Venezuela y su doble elección y más reciente el liderazgo emocional de Hugo Chávez que influyó de manera determinante en los inicios de la revolución hasta el punto que la gente lloraba cuando lo escuchaba en sus discursos y hasta altares fabricaban en sus casas para rendirle honores a esa especie de semi dios que todo lo podía.
Cuando vino la desestabilización y destrucción de los partidos políticos la gente empezó a recorrer caminos distintos y a perder la confianza en las organizaciones políticas y a no creer en líderes de barro que solo engañan a la gente. Los líderes predican con el ejemplo y son capaces de influir en la toma de decisiones de la gente, pues en el caso de la revolución es una clara muestra de como la gente siguió ciegamente al líder del proceso en una especie de locura colectiva que llevó a los ciudadanos a participar en el desmantelamiento del aparato jurídico venezolano.
Por esa razón partidos con historia se dividieron y ahora partidos como AD, Copei, VP y PJ tienen dos dependencias partidistas, unos que quedaron sin tarjetas para efectos electorales y otros con tarjeta, pero que obedecen a los dictámenes del régimen. Por eso el desencanto de la gente y la toma de otros rumbos políticos que han llevado a formar parte de los partidos que apoyan a la revolución y a partidos nuevos que ocupan espacios importantes en la sociedad venezolana.
La falta de liderazgo entre la militancia de los partidos llevó a ser presa fácil a los que conducen esas organizaciones y a convertirse en presas fáciles de las tentaciones del poder. Es por eso que los llamados alacranes hoy forman parte de las nóminas del gobierno y son instrumentos de la perversidad política que los condujo a senderos peligrosos al contribuir por decisiones judicializadas a la destrucción de instituciones de prestigio de otros tiempos.
Esa perversión política ha dado pie a grandes discusiones porque los partidos judicializados en manos de líderes entregados al proceso todavía creen que tienen autonomía partidista cuando solo son islotes particulares integrados por elementos sin credibilidad moral para ser espejos de la dignidad nacional. Con la intromisión del régimen en los asuntos de la oposición democrática entramos a un proceso eleccionario presidencial del 2024 con una fauna política bicéfala que no permite la unidad entre militantes de una misma tolda política y una rivalidad sanguinaria que lleva a enfrentamientos canibalescos entre políticos que ayer eran hermanos y hoy son enemigos gracias a la puesta en práctica del principio maquiavelista “Divide y vencerás” que tan buenos resultados le dio a la revolución en estos 25 años en el poder.
La Unidad Nacional es una realidad a partir del momento que María Corina Machado y Manuel Rosales como dos titanes del liderazgo político entendieron que debían dar un ejemplo a Venezuela y eso fue ante la cara de los partidos integrantes de la PUD que por fin le dio un mensaje esclarecedor a un país con mucho rato solicitando la unión de todos los factores democráticos del país. Solo falta la incorporación de ovejas descarriadas que no han visto en la lección de María Corina y Rosales el horizonte político de la nueva Venezuela, pues como dijo Rómulo Betancourt “No somos espectadores del proceso político nacional y de los gravísimos problemas internos de AD; somos actores en la vida pública del país y obligados, por deber inevadible a que un partido cuya experiencia ha costado tanta lágrima, sudor y sangre de tantos, no naufrague y destruya la fe de centenas de millares de venezolanos”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *